El aumento de las radiaciones tanto artificiales como naturales en nuestro entorno actual puede atribuirse a un sumatorio de factores como son la destrucción constante de la capa de ozono (radiación UV), la proliferación de emisoras y de antenas de telefonía móvil (ondas de alta frecuencia), la utilización descuidada de la electricidad (campos alternos y de baja frecuencia), la utilización generalizada a gran escala de materiales sintéticos (cargas electrostáticas), el uso de metales magnéticos (cargas magneto estáticas) y la acumulación de radiación ionizante artificial y natural (radiactividad) en el entorno inmediato de las personas.

Actualmente le damos importancia a nuestra salud con un estilo de vida saludable, tenemos cuidado de nuestra alimentación, hacemos deporte, valoramos un buen descanso pero, a veces, olvidamos que nuestra casa o lugar de trabajo es fundamental para obtener un mayor beneficio. Los espacios que habitamos también están sujetos a estas influencias que acaban afectando a nuestro sistema biológico y alterando nuestra salud física y psíquica.

 

Si estamos permanentemente mucho tiempo en espacios alterados, acabarán afectando principalmente al sistema nervioso, endocrino y hormonal.

 

Por el contrario, si estamos en un lugar con un nivel vibracional correcto, nuestras defensas se encontrarán en un nivel óptimo, beneficiando a nuestro sistema inmunológico.